El radón es un gas radioactivo que se produce de forma natural como consecuencia de la desintegración del uranio que está presente en los materiales que constituyen la corteza terrestre. No tiene olor, color ni sabor. Su inhalación en cantidades importantes es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la segunda causa de cáncer de pulmón después del tabaco.
El radón emana fácilmente del suelo y pasa al aire, donde se desintegra y emite partículas radiactivas. Al respirar , se inhala el radón (o sus descendientes), de manera que cuando se desintegra, las partículas pueden interaccionar con las células del aparato respiratorio y pueden dañar el ADN y provocar cáncer de pulmón.
Al aire libre, el radón que escapa de la corteza se diluye rápidamente y presenta concentraciones muy bajas que no suele representar ningún problema. Sin embargo, cuando entra en el interior de un edifio puede acumularse, pudiendo llegar a alcanzar valores de concentración muy elevados. No se conoce un umbral por debajo del cual la exposición al radón no suponga ningún riesgo. Cuanto menor sea la concentración de radón en una vivienda, menor será el riesgo de cáncer de pulmón.
Existen métodos probados, duraderos y eficaces para prevenir la filtración de radón en viviendas de nueva construcción y reducir su concentración en las viviendas existentes.
En España, las regiones situadas al noroeste de Madrid son las que presentan una geología con una mayor cantidad de uranio. Eso no quiere decir que todas las viviendas situadas en esas regiones presenten concentraciones elevadas de radón en su interior, ya que dependerá de varios factores como:
- Si la vivienda está situada sobre una zona con terreno fracturado que facilite la exhalación del radón
- De si presenta grietas por las que el radón entre y que éste se acumule en el interior
- De las medidas de eficiencia energética, que suponen un mejor aislamiento de las viviendas, lo que acentúa el efecto de la concentración del radón.
La existencia de una determinada concentración de radón en viviendas es un fenómeno casuístico que sólo una medida realizada por especialistas puede determinar.
La Comisión Europea publicó en 2014 una directiva instando a los países miembros a legislar la necesidad de mantener niveles de concentración de radón en interiores por debajo de 300 Bq/m3, recientemente traspuesta en el RD 1029/22.